Esta carta de cumpleaños para mi abuelita Gladys Teresa la escribí el primero de Enero regresando de las Annapurnas (Himalayas), camino a Pokhara, en Nepal. Me gustaría compartirla. Mi abuela me ilumina y acompaña todos los días, ella es de las raíces más fuertes que sostienen mi espíritu y cuerpo.
Querida abuelita
Hoy celebras un año más de vida, un año más de sonrisas, de oraciones, de bendiciones. Hace cinco meses emprendí un viaje lejos de casa. Aún mantengo en mis brazos y pecho el calor de tu abrazo aquel viernes en el cual nos despedimos, en el cual prometimos un adiós temporal por cierto instante de nuestras vidas.
La verdad es que no creo que haya sido una despedida, fue más bien un reencuentro. Un reencuentro con mi infancia, contigo. Vivo entonces desde mi partida a la India descubriendo y viviendo de reencuentros conmigo misma y con todos los seres que amo, con mi familia, entre ellos, tú.
Cada vez que cierro los ojos, te veo, te siento ahí en la mesa comiendo tus cereales y galletitas, presente, viviendo quizá en otro mundo paralelo a lo que pasa alrededor; en otra realidad. Una realidad mágica que ilumina la imparable e inquieta vida de los que estamos a tu lado. Nos das paz abuela, paz por tu mirada penetrante, verde y profunda, por tus palabras sabias, por tu inocencia blanca y pura, por tu existencia.
Tus nietos hemos tenido el privilegio de tenerte como abuela. Quiero que sepas que eres, así como lo fue para Gabriel García Márquez sus abuelos, una de las personas más fundamentales en mi vida, has estado presente en cada etapa de mi crecimiento, llenando mi alma de alegrías, tradiciones, oraciones y fe. No olvido los días en Los Castores, las novelas, el dulce de leche, las hallacas, las Navidades, la Divina Pastora, los carnavales, los primeros de enero, tu espera a las 12 del mediodía luego de clases con una cachapa y ‘leche con azúcar y agua batidita’ -como le gustaba a Fiore. La recogida de huevitos por el gallinero, el muro lleno de fotografías de tu cuarto, las tremenduras con Daniel, el heladero, las arepas con queso, el dulce de leche coreano, las conservas de guayaba; en fin, todo.
Estando lejos de casa me he dado cuenta que aquello que me da fuerza, que mi esencia, mi fuente de inspiración es todo aquello que he vivido en Venezuela, en mi hogar contigo. Que en cada acción que hago, tu rostro va tallado y que por alguna razón, algo de ti lo mantendré conmigo siempre, porque estaremos unidas hasta la eternidad.
Haces falta abuela, y me es muy difícil pasar el primero de enero sin ti, al menos físicamente; pero al mismo tiempo, luego de haber escalado el circuito de las Annapurnas en los Himalayas, siento que en cada paso que caminé tus huellas iban marcando las mías, y que en la inmensidad de las montañas, tu voz tranquila y tu cara radiante iluminó y puso a cantar boleros a las más altas montañas que mis ojos han podido contemplar.
Gracias por todo abuelita, creo que no tengo palabras para agradecerte todo lo que me has brindado, te pido perdón si en algún momento te has sentido sola y yo no he estado -por diferentes razones, ahí para acompañarte, a pesar de que tú siempre has estado ahí para cuando yo lo he necesitado.
Te amo, eres junto al tío Álvaro, la tía Mariela -a quien tanto admiramos, amamos y extrañamos- nuestros ángeles guardianes, protectores de nuestro espíritu y mente, nuestros guías, nuestra luz en la oscuridad y nuestra paz en la intranquilidad. Son ustedes, tía bella, abuelito, abuelita, tío; la promesa de una unión eterna, de un amor infinito, al cual llamo familia.
Como dice la canción de El Reloj que tanto te gusta: "Ella es la estrella que alumbra mi ser, yo sin su amor no soy nada. Detén el tiempo en tus manos, y haz de esta noche perpetua, para nunca te vayas de mi" […]
Te amo y canto tu cumpleaños con fuerza desde la inmensidad; tu nieta Sara Michelle.

Sara, no había tenido la dicha de leer estas hermosas líneas, fruto del amor cultivado en casa, con ella, nuestra querida abuela. Gracias por plasmar tanta realidad, vigente a pesar del transcurrir del tiempo. Hoy no está físicamente entre nosotros, pero sabemos que su amor y su legado, vivirá en ti, en mí y en todos los que tanto la sentimos. Creo que el reloj le hizo caso...
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